Durante la lactancia se dan situaciones en que se produce un
desajuste entre la oferta y la demanda de leche como, por ejemplo, en los
brotes de crecimiento. Casi todos los bebés las tienen a la misma edad
aproximadamente y eso nos facilita estar preparadas cuando llegan.
No siempre coinciden exactamente con las fechas indicadas,
pero suele haber pocas variaciones de un bebé a otro.
Muchas veces nos referimos a ellas como crisis de lactancia,
pero realmente son situaciones totalmente normales dentro de la lactancia en
las que la producción se ajusta a la demanda. Aunque el desconocimiento de
estas “crisis” puede llevar a abandonar la lactancia o, al menos, ponerla en riesgo,
apareciendo la famosa frase: “No tengo leche”.
La primera de las crisis no tarda en aparecer, alrededor de
los 15-20 días, los bebés requieren el pecho día y noche de manera
ininterrumpida, apenas lo sueltan, no dejan descansar a su madre y ellos apenas
descansan. Los pechos se quedan blandos.
El bebé necesita aumentar la oferta de manera exponencial y
la única forma que tiene de hacerlo es pedir pecho continuamente. Incluso llega
a regurgitar leche y sigue pidiendo. No hay que ofrecer suplementos o chupetes
ya que estaríamos interfiriendo en la producción de leche. En unos días, la
producción se estabiliza y todo vuelve a la normalidad.
Si el niño ha recuperado el peso del nacimiento (en
circunstancias normales, lo recuperan antes de cumplir los 15 días de vida) y
la lactancia “ha funcionado” hasta ese momento, no hay de qué preocuparse,
aunque sea agotador.
La segunda crisis de lactancia suele aparecer entre la
semana 6-7. Los bebés empiezan a mamar lloriqueando, tiran del pezón, se arquean
y tensan mientras maman y piden el pecho otra vez constantemente.
Al parecer, en este momento también se produce un cambio en
la composición de la leche, cuyo sabor varía significativamente y de forma
transitoria. La leche tiene un sabor más salado, y a algunos niños no les gusta
el cambio.
En unos días, la producción de leche se vuelve a normalizar.
Y llegó la crisis de los 3 meses. Durante esta crisis se producen muchos
abandonos prematuros de la lactancia, ya que afecta a la madre y al bebé y no comprenden
qué está pasando.
- Llora y protesta durante unos minutos al inicio de la toma
- El bebé ha aprendido a mamar muy rápido y termina la toma en
dos o tres minutos.
- La madre ofrece más el pecho o incluso el pecho contrario
pero el bebé rechaza mamar.
- El bebé se distrae con nada y prefiere ver el mundo a mamar:
se suelta del pecho para ver quién entra por la puerta, para mirar el cuadro
que hay detrás de la madre,…
- Cuando está tranquilo mama y sonríe a su madre.
- La madre siente el pecho blando y cree que no tiene leche.
- El bebé sólo mama con tranquilidad durante las siestas o
durante la noche donde hace tomas largas y plácidas.
Como consecuencia de todo esto, la crisis de los 3 meses en
el momento en el que se suele empezar a suplementar con leche artificial y se
va abandonando la lactancia materna. La
madre siente que no tiene leche suficiente y se angustia por la sensación de
rechazo por parte del bebé, pero se puede superar si se tiene conocimiento de
lo que está ocurriendo.
Los bebés ya son capaces de mamar de manera muy eficaz, con
lo que en unos minutos pueden extraer toda la leche que necesitan. Además, se
producen grandes cambios en su cerebro, su vista y oído se desarrollan
vertiginosamente, con lo que cualquier cosa puede distraerle en el momento de
la toma.
Por otro lado, nada más empezar la toma, el bebé empieza a
llorar desesperado. Esto hace que la madre piense que no tiene leche. Pero
realmente lo que ocurre es que el pecho ya no produce leche las 24 horas, si no
que el cuerpo de la madre modifica el sistema de producción. Ahora la glándula
mamaria está preparada para producir leche en el momento que el bebé la
requiera. Tarda unos dos minutos en producirse esta “subida” de la leche. Y por
eso el bebé llora al principio, ya que tiene que esperar un poco hasta que
llega la leche.
Pero esto no quiere decir que no se produzca suficiente
leche, la madre tiene capacidad suficiente para producir toda la leche que el
bebé necesita.
A partir de aquí pueden aparecer nuevas situaciones de “crisis”
pero realmente no están relacionadas con la lactancia, si no con etapas
madurativas del bebé, en las que, por
diferentes motivos reclama más el pecho. El pecho para el bebé no sólo es
fuente de alimento, también lo es de consuelo, como puede ocurrir a los 8-9
meses, etapa en la que el bebé va siendo consciente de su individualidad (ya no
se considera parte de su madre).